Todos los blogs que frecuento habitualmente están llenos por estas fechas de cosas bonitas. Es el verano, que nos inclina a ello. Ropa colorida, vacaciones en el paraíso y decorativas guirnaldas en el jardín....No os voy a engañar, me encanta verlo.
Pero mi blog parece que nada a contracorriente...
Ayer estuve viendo en el canal
Viajar un reportaje sobre la catástrofe de Chernobyl; en hora y media aproximadamente se explicaba (muy bien, por cierto) qué había sido de todo aquello, como estaban actualmente las zonas afectadas y cual era la situación actual. Al terminar, apagué la tele y casi de inmediato una palabra me vino a la cabeza: Bhopal.
Os cuento: Bhopal, en la India, conocida también como la ciudad de los siete lagos era una próspera ciudad situada entre valles...
En la década de los años sesenta, India era un mercado potencial de 400
millones de campesinos. El gobierno de este país tenía intención de
aumentar el rendimiento de la producción agrícola y los plaguicidas eran
parte fundamental de este objetivo. Es así como Union Carbide se introduce en el mercado indio,
construyendo en 1967 una pequeña fábrica.
Pero la euforia dura poco, y a finales la década comienza su crisis. Más de la mitad de los empleados son despedidos y en mayor proporción
los técnicos y obreros especializados, con contratos más elevados. Sus
funciones son asignadas a obreros no especializados y con poco o ningún
conocimiento de química y seguridad.
El ambicioso y costoso proyecto de Union Carbide se desmorona
paulatinamente hasta que se decreta el cierre de la fábrica en el verano
de 1984. Del plan de viabilidad se pasa al plan de desmantelamiento y
se comienzan a barajar los posible países destinatarios de los equipos
de la fábrica que aún se encuentran en un estado aceptable. Cuando
sucedió la catástrofe aún no se había concretado esta operación.
Era un 3 de diciembre de 1984; sólo había transcurrido una media hora desde medianoche. Más de un millón de personas de hallaban en Bhopal aquel fatídico día.
La fábrica estaba parada. Uno de los escasos movimientos era
el de unos obreros que realizaban tareas de limpieza con agua a presión
en el interior de unas canalizaciones de trasiego de isocianato de
metilo. Fuera de las instalaciones y pegadas a sus muros dormían miles
de personas en chabolas, organizadas en populosos barrios peligrosamente
próximos. En el interior de los muros de la Carbide continuaban las maniobras de limpieza, pero los operarios habían ignorado la precaución de estancar el conducto
con el empleo de unos discos especiales y el agua junto con los
desechos arrancados se filtraron al interior de la cisterna E-610, que
contenía 42 toneladas de MIC (isocianato de metilo).
El acero de alta resistencia con que está construida la cisterna aguanta
bien la presión, pero el gas intenta buscar salida por alguna parte y
la encuentra en las válvulas de seguridad, que estallan por efecto de la
sobrepresión. A partir de entonces la fuga tóxica es inevitable.
Durante esa noche de diciembre de 1984 se produjo el escape de 40.000
kilogramos de gases letales de la fábrica de pesticidas de la Union
Carbide Corporation.
Se calcula que, al tercer día del desastre, habían muerto unas 8.000
personas por exposición directa a los gases. Lamentablemente, esa noche fue sólo el comienzo de una tragedia que aún no ha llegado a
su fin. La multinacional Union Carbide abandonó la fábrica, dejando
atrás grandes cantidades de sustancias peligrosas y, al pueblo de
Bhopal, un suministro de agua contaminada y un legado tóxico que todavía
hoy le causa daños. 30.000 personas perdieron la vida.
Unión Carbide intentó declinar la responsabilidad por las vidas que se
cobró el desastre y pagó una indemnización totalmente inadecuada al
gobierno de India. Actualmente, aproximadamente 520.000 de las personas
expuestas a los gases pueden tener sustancias tóxicas en su flujo
sanguíneo y los hijos de los afectados se enfrentan a las secuelas de
este legado tóxico. Los más de 150.000 enfermos crónicos que
sobrevivieron a la catástrofe siguen necesitando tratamiento médico.
Las organizaciones locales de supervivientes calculan que continúan
muriendo entre 10 y 15 personas cada mes como consecuencia de
enfermedades relacionadas con la exposición a gases tóxicos. Desde 1984
se han iniciado más de 140 causas civiles en los tribunales federales de
los Estados Unidos a favor de las víctimas y de los supervivientes, en
un intento de obtener una indemnización apropiada para ellos. Todos
estos casos siguen pendientes.
No os voy a poner la imagenes más duras de todo aquello, hay muchísimas si se realiza una sencilla búsqueda en Internet.
¿Y porqué esta entrada en el blog? Bueno...he leído muchísimo sobre aquello, es algo que tengo grabado como una de las más grandes injusticias de todos los tiempos. Quería compartirlo; en el fondo, no quiero que se olvide, aunque parece que está condenado a ello...
Si a alguien le interesa, os recomiendo el archiconocido libro de Javier Moro y Dominique Lapierre,
"Era medianoche en Bhopal":
Espero no decepcionar a nadie por no tener un post veraniego. Yo soy así. Tan pronto puedo estar hablando de un capítulo de mi vida, como de la decoración de una casa, como de una de las catástrofes mas mortíferas de la historia de la industria....es la vida misma.
Gracias a todos por seguir ahí, de corazón.